lunes, 20 de septiembre de 2010

La tragedia del Benjamín Argumedo, o el coloso inoportuno


AP

Al fin pasó la fiesta del Bicentenario. Ha sido un periodo especialmente difícil para mi, ya que se han encontrado de frente dos sentimientos igual de fuertes. Por una parte tengo un sincero amor por mi país, por otra, la desilusión de ver como un país con todas las posibilidades de ser un hogar justo, equitativo y generoso para todos, se convierte en un pozo de corrupción, ganancias ilícitas, impunidad absoluta, robo descarado, doble moral y en estos momentos una carnicería donde las reses se matan por placer, ni siquiera por necesidad.

Así, la celebración del bicentenario me hace sentir que era no solo hipócrita, ya que en los últimos 30 años los gobernantes se han encargado de malbaratar nuestra soberanía en todos los planos, sino además producto de una inercia que se debe seguir; a diferencia de lo que debió ser: un genuino intento de proponer un modelo de nación, única opción real para celebrar el nacimiento de esta patria.

Conforme se acercaba la celebración, la carencia de un verdadero discurso por parte de las autoridades se hizo cada vez más evidente, y esto no es culpa del constante cambio de coordinadores, el constante cambio de coordinadores fue consecuencia de no tener claro lo que el gobierno quería decir. Muy diferente fue el Centenario de Porfirio Díaz, el tenía muy claro lo que quería decir, y el país que quería. Por supuesto, era un modelo excluyente, no equitativo y profundamente contrario al interés de las mayorías, pero carajo, al menos era un proyecto. Así se tuvo la construcción de la Universidad Nacional, el Palacio de Correos, la Columna de la Independencia, el Palacio de Bellas Artes (Terminado por los gobiernos revolucionarios) y el Palacio de la Suprema Corte de Justicia (que terminó siendo el monumento a la revolución).
Por el contrario la celebración del Bicentenario se convirtió, en mi parecer, en un intento desesperado de hacerse con los recursos públicos con ejemplos tan maravillosos como "La torre Bicentenária I y II, las rutas 2010 que hicieron sin duda alguna el agosto de algún contratista y que son tan aberrantes como para llenar la autopista México Cuernavaca, creada a mediados del siglo XX y que no corresponde de ninguna manera a la ruta que se utilizaba en el XIX para llegar a Cuautla ya que esto se hacía por Xochimilco.

Con estos antecedentes, mis expectativas del desfile antes del 15 y la celebración en el Zócalo eran muy bajas. Del desfile ¿Que puedo yo decir? en un principio me pareció pretensioso, alambicado y triste. Sólo las danzas tradicionales realizadas por los pueblos originales eran sinceras y fueron las que lograron mover a la gente que observaba el desfile. Así no entraré en un recuento de absurdos como cabezas olmecas como naves espaciales, "Quetzalcóall" híbridos de dragón Chino y globo del chapulín colorado.

Sin embargo, me llamó mucho la atención los revolucionairos, que eran unos títeres, todos con el mismo rostro, descarnados, y cargando en sus espaldas banderines que en la iconografía prehispánica corresponden a sacrificados. Así teníamos a los revolucionarios como títeres descarnados, todos iguales y sacrificados. Más que un movimiento de hombres verdaderamente libres, eran un montón de borregos llevados al matadero. Posteriormente vi en la pantalla la presencia de un ser de enormes proporciones, desmembrado y con el arma que portaba en la mano derecha, rota. De acuerdo con los locutores de once TV, este personaje representaba al pueblo, por supuesto, en el México prehispánico los descuartizados representaban a los vencidos, por lo tanto, el coloso representaba al pueblo vencido, desmembrado y con su voluntad y poder, el arma, rota.

Así las cosas, me parecía que el discurso era profundamente reaccionario, sin embargo, cuando la escultura fue levantada (Se debe reconocer la capacidad del escultor que logró realizar una obra de esas dimensiones, armable y en tan poco tiempo), pareció que el discurso cambiaba, especialmente cuando poco después con el juego de luces proyectadas la Serpiente Quetzalcóatl (En este caso la teotihuacana) se levantaba desde las profundidades de la catedral, tengamos en cuenta que debajo de catedral se encuentra el templo Mexica de esa deidad, y comenzaba a volar por toda la portada de la catedral. En ese momento mi interpretación cambió por completo, si el coloso representaba al pueblo, entonces al unirse y levantarse regresa Quetzalcóatl, el cual para el Posclásico era la representación del verdadero gobierno. De tal manera el mensaje era muy claro: Cuando el pueblo se una y se levante tendremos de verdad un gobierno legítimo.

En esos mismos momentos, comenzó a preguntarse en el twitter quien era el personaje, se hablaba de Juan Malverde, Zapata, el Piporro, Fox y por último Benjamín Argumedo. Por supuesto, siendo yo un estudiante de las culturas prehispánicas no tenía ni la más remota idea de quien era Benjamín Argumedo, por lo que me dirigí a la red para ver quien era este tipo. Al revisar la información de la wikipedia, leí se trataba de un contrarrevolucionario que había peleado contra Villa a las ordenes de Huerta y que había sido fusilado por Carranza. esta información fue corroborada por un artículo en La Jornada y también por Denise Maerker. Así quien se estaba levantando era nada menos que ¡La reacción! ¡Cuando la reacción se levante y recomponga, entonces tendremos al verdadero gobierno! eso era una mentada de madre y una burla al pueblo.

Me enojé, mente madres, me peleé con varios twitteros (Por fin recibí mi bautizo de fuego y fuí llamado troll) en fin, me rasgue las vestiduras. En medio de todo este movimiento, alguien, desafortunadamente no logro recordar quien en medio de la batalla, me mostró un link a un artículo esclarecedor el cual les proporciono: http://www.ejournal.unam.mx/ehm/ehm28/EHM000002805.pdf en este lugar encontrarán el artículo: "Benjamín Argumedo y los Colorados de la Laguna" escrito por el investigador Pedro Salmerón Sanginés. En él se menciona que Benjamín Argumedo es un Magonista que se une a las fuerzas de Pascual Orozco y que comienzan a combatir del lado de los Maderistas. Posteriormente, al no obtener las reformas esperadas, se levantan contra Madero al igual que los Zapatistas, pero cometiendo Pascual Orozco un error imperdonable, al ponerse del lado de Huerta ya que era imposible que éste cumpliera las demandas de los Magonistas. Así Benjamín Argumedo termina peleando contra Villa. A la caída de Huerta y la derrota de Pascual Orozco, Benjamín Argumedo se une a los Zapatistas, los cuales ya tienen a varios Magonistas entre sus filas y él a diferencia de Orozco es aceptado como parte de las tropas de Zapata. Así en la convención de Aguascalientes Argumedo ya es uno más de las tropas de Zapata y así continúa cuando Villa y Zapata entran a la ciudad de México. Sin embargo la presión de los Constitucionalistas hace que los dos ejércitos Convencionalistas se separen. Así Argumedo es uno de los responsables de la defensa de la Ciudad de México frente a los Carranzistas y cuando la Convención huye hacia el Norte, Argumedo es capturado y ejecutado por Carranza. De tal manera, se trata no de un contrarrevolucionario, sino de un Magonista, es decir de los más revolucionarios de todo el pastel.

No es extraño que la Secretaría de Educación Pública haya desmentido que el Coloso era Benjamín Argumedo. Por supuesto se encuentra en una posición insostenible. Si deja todo tal como está; con la primera versión de Benjamín Argumedo, en la cual se mostraba como un contrarrevolucionario, entonces el gobierno de Calderón, mostró un discurso reaccionario en pleno festejo del 15 de Septiembre.

Si, por otra parte, demuestra con bases históricas que Benjamín Argumedo no sólo era un Revolucionario, sino un Magonista, es decir un combatiente de la izquierda militante, entonces, el discurso que mostró Felipe fue la exaltación del socialismo en televisión y transmitido a todo el mundo. De tal manera, el discurso es muy claro, cuando el pueblo se levante, pero como un revolucionario de izquierda militante, entonces será que Quetzalcóatl despierte, lo cual debe ser la peor pesadilla de Felipe.

Estos terribles equívocos en su discurso no se hubieran presentado, si el señor que ocupa el cargo de jefe del Ejecutivo, tuviera una mínima noción de que modelo de país es el que quiere construir, y le importara un poquito, aunque fuera una cosa de nada, la historia. El coloso del Bicentenario, me parece, será para el gobierno de Felipe como el sombrero de brujo que despertará fuerzas que el aprendiz no podrá controlar.


2 comentarios:

  1. James el cierre es soberbio. Lo he dicho toda la semana , si ese despilfarro se invirtiera en educación otra cosa seria.

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  2. Buenas ideas. Interesantes interpretaciones. Lo que unos llaman "despilfarro", los economistas lo entendemos como "distribución del ingreso", generalmente buena parte de ese dinero llegará a las clases bajas, pues todo se gastó bajo ley; y resulta más útil y eficaz que, por ejemplo, darle esa lanota a la dinosaurica e improductiva UNAM.

    Y al monote ese que exhibieron en el Zócalo, yo prefiero llamarlo "El ColoFox".

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